Correr junto a un triatleta ganador del oro olímpico, mientras se intenta mantener el ritmo en una carrera de cinco kilómetros, resulta ser todo un desafío, especialmente si se aprovecha para preguntarle por qué apoya al Crystal Palace.

Alex Yee es el triatleta más laureado en la historia olímpica. En los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, ganó una medalla de oro en el relevo mixto y una de plata en el evento individual masculino. En París 2024, añadió a su colección un oro individual y un bronce en el relevo mixto.

El verano pasado, Yee logró una hazaña impresionante en la prueba de triatlón, cuando, a 2,5 kilómetros del final, estaba 14 segundos detrás del neozelandés Hayden Wilde. Con una increíble remontada, se llevó la victoria. Sus logros son excepcionales, y su garaje está lleno de bicicletas, incluyendo el marco de la que utilizó en París, medallas de diversas competiciones, equipamientos enmarcados y gafas de correr.

Los inicios y el Crystal Palace

El deporte y su amor por el Crystal Palace se cruzaron desde el principio. Yee recuerda que su primera carrera, una divertida prueba de 3 kilómetros en Croydon cuando tenía siete u ocho años, la hizo luciendo la camiseta del club de la temporada 1999-2000. Así nació su pasión por el triatlón y su amor por el equipo, dos pilares que han definido su vida.

En una charla con The Athletic, después de un recorrido de cinco kilómetros, Yee compartió detalles de su vida en Loughborough, donde vive con su novia, Olivia Mathias, medallista de plata en los Juegos de la Commonwealth 2022 en el relevo mixto de triatlón, y su perro Jet, un labrador negro. “Es hincha del Palace”, comenta Yee sobre el perro.

Ese día, Yee ya había completado una carrera “tranquila” de 10 kilómetros antes de encontrarse con el equipo de The Athletic. Dos días antes, había participado en una carrera de 10 kilómetros en Valencia, terminándola en 28 minutos y 7 segundos. Sin embargo, según él, nada se compara con el esfuerzo de los Juegos Olímpicos del verano pasado.

Un momento mágico en París

“Fue surrealista”, recuerda Yee sobre su victoria en París. “A falta de 2 kilómetros, hice todo lo posible para conseguirlo, y ocurrió algo mágico”.

Durante la carrera, recibió palabras de ánimo del bicampeón olímpico Alistair Brownlee, quien se hizo un hueco entre la multitud. “Se inclinó sobre la valla y me dijo: ‘Todo puede pasar, amigo’”. Su entrenador, Adam Elliott, también le dio un último consejo cuando faltaba una milla: “Date una oportunidad más, da todo de ti y ve qué puedes lograr”.

Yee reflexiona sobre ese día: “Me debía a mí mismo intentarlo una última vez y sentirme orgulloso de lo que logré. Crucé la meta completamente agotado, habiendo dado todo”.

Para Yee, la clave de su éxito fue mantener una estructura clara. “Era fundamental tener todo planificado al minuto. Si estaba ocupado, mi mente estaba enfocada en la tarea, no en la magnitud del evento. Es importante apreciar el momento, pero también poder concentrarte en lo que estás haciendo para obtener el mejor resultado posible”.

El enfoque mental del triatlón

Una de sus estrategias consiste en usar un “disparador mental”. “Siempre me pregunto: ‘¿Qué sigue?’. Si mi mente divaga o empiezo a preocuparme, esto me ayuda a enfocarme nuevamente. ¿Qué puedo hacer en los próximos 10 segundos o dos minutos para alcanzar el siguiente punto de la carrera o la meta?”.

Al hablar sobre las tres fases del triatlón, Yee destaca la importancia de cada una. “La natación se centra en los primeros 50 metros. Es crucial salir lo más rápido posible. Trabajé mucho en mi velocidad inicial, asegurándome de ser lo más hidrodinámico posible y llegar a la primera boya en una posición alta, porque el grupo se divide significativamente en ese punto”.

Un ejemplo de dedicación

Alex Yee no solo ha demostrado ser un atleta extraordinario, sino también un modelo de enfoque, resiliencia y pasión por su deporte y su equipo favorito. Inspirado por su amor de infancia hacia el Crystal Palace, Yee ha encontrado en el triatlón el escenario perfecto para llevar su espíritu competitivo al límite, dejando huella en la historia del deporte olímpico.