El ciclismo es un universo amplio y diverso. Desde el BMX hasta las disciplinas de bicicleta de montaña, desde el ciclismo en pista hasta el de carretera y grava, hay algo para casi todos los gustos. Y eso sin mencionar modalidades más alternativas como el ciclismo artístico. Todas estas disciplinas están reguladas por la Unión Ciclista Internacional (UCI), el ente rector del deporte. Sin embargo, fuera de estos parámetros existen numerosas subculturas, algunas competitivas y otras no, como el bike polo, el tracklocross y las carreras callejeras conocidas como alleycats. Pero, ¿qué sucede si quieres incluir a tu fiel compañero de cuatro patas en la aventura?

Aquí es donde entra en juego el bikejoring. Si nunca has oído hablar de este deporte, no estás solo. Tampoco lo conocía hasta que el algoritmo de Instagram mostró un video a mi colega Dave Rome, quien me animó a investigar más al respecto. A primera vista, parece una mezcla irresistible de bicicletas, perros y competición. Sin embargo, como ocurre con cualquier deporte, el bikejoring tiene sus particularidades y reglas propias. No se trata simplemente de un ciclista paseando a su perro; es un universo paralelo del ciclismo, con equipamiento y regulaciones específicas.

Afortunadamente, algunas de las principales figuras del bikejoring estuvieron dispuestas a compartir su experiencia con la comunidad ciclista. Yvon Lasbleiz, presidente de la Federación Internacional de Canicross (ICF), y la campeona mundial francesa Anne Fulleringer, ofrecieron sus perspectivas sobre este deporte emergente.

El canicross, del cual el bikejoring es una modalidad, deriva de las actividades de trineo en la nieve en las que los perros han participado durante siglos. Sin embargo, en lugar de nieve y trineos, estas competencias se llevan a cabo en terrenos secos, donde los participantes utilizan corredores, scooters y bicicletas. El origen del término ‘bikejoring’ es un poco incierto, pero parece tener raíces escandinavas. El término noruego “kjøring” o el sueco “kjöring” significan ‘conducción’, y competiciones similares originalmente se realizaban con esquís.

Según Yvon Lasbleiz, el primer evento de bikejoring tuvo lugar en la República Checa en 1990, como un recurso improvisado: “Para reemplazar una competencia de ski-jöring cancelada por falta de nieve, los competidores decidieron sustituir los esquís por una bicicleta. El objetivo era divertirse, pero sobre todo, ofrecer una actividad deportiva a los perros”.

Involucrarse en el bikejoring no es mucho más complicado que participar en cualquier otra modalidad de ciclismo. Además de una bicicleta de montaña, los competidores deben asegurar el arnés del perro a una línea de absorción de impactos, montada “debajo del manillar y por encima de la horquilla de la bicicleta”, con una extensión máxima de 2,5 metros. El formato de la carrera es una contrarreloj individual en un circuito de entre 5 y 7 kilómetros, similar a una prueba de contrarreloj ciclista, pero con un perro corriendo delante del ciclista.

El bikejoring es más que un deporte curioso; es una actividad que combina pasión por el ciclismo y amor por los perros, ofreciendo una experiencia única tanto para los competidores como para sus fieles compañeros caninos.